Ana Somoza

Ana María Somoza Soler nació en Lugo 1921 y falleció en 2020, a los 99 años, en Patones (Madrid). De las ilustradoras recogidas aquí es la única de la que consta que recibiera formación científica Ana Mari y su familia se trasladaron de Coruña a la capital a principios de la Guerra Civil. Al terminar el bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros se matriculó en la carrera de Ciencias Naturales de la Universidad de Madrid. Allí entró en contacto con insignes naturalistas como Francisco Hernández Pacheco, Manuel Alía o D. Bermudo Meléndez que la presentaron como socia de la Real Sociedad Española de Historia Natural. A su formación científica se sumaron extraordinarias dotes de dibujo que la convirtieron en ilustradora del “Tratado de Paleontología” de Bermudo Meléndez.

Otros trabajos en la Universidad Central

Los dibujos de fósiles ocuparon la vida de Ana Mari entre 1946 y 1947 y le abrieron las puertas de otros trabajos de ilustración científica como las láminas docentes de carácter biológico (recientemente atribuidas a ella) que se conservan en el Museo de Anatomía Comparada de Vertebrados de la F. de Ciencias Biológicas. Entre 1951 y 1955 trabajó como ayudante de laboratorio en el Dpto. de Patología Quirúrgica -sin que se conozcan sus atribuciones-, pero acabó dejándolo todo por considerar que, como mujer, gozaba de muchas menos oportunidades laborales que sus colegas varones. Entonces se matriculó en la Escuela de Bellas Artes con el firme propósito de vivir del dibujo y la pintura.

Precariedad y declive

Pidió becas e intentó oposiciones sin éxito, por lo que tuvo que abandonar los estudios, pero perseveró vendiendo y presentando dibujos y pinturas en concursos. Entre 1998 y 2006 depositó 28 cómics de aventuras y guiones de cine en el Registro de la Propiedad Intelectual. Sin embargo, vivía de manera cada vez más precaria: perdió la casa familiar y malvivía en el cuartucho de una pensión del distrito Centro a cambio de la limpieza. Tenía unos 80 años. Sus sueños volaron tan alto como su personaje favorito “Ely, el hombre pájaro” a pesar de los robos y las injusticias que afirma sufrió. Sintió especialmente perder el carrito en el que transportaba sus pertenencias arrollado por un autobús. Mantuvo su determinación casi hasta el final y solo la muerte pudo doblegarla.